Como lectora me molesta mucho que los personajes no hablen
correctamente, y no me refiero a que utilicen bien la gramática, sino a que se
expresen como corresponde a su personaje. Esto es: si estoy leyendo una novela
ambientada en los años ochenta cuyo protagonista es un “kinki” de la época y le dan un susto gordo,
debería decir:
Mostrando entradas con la etiqueta palabras. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta palabras. Mostrar todas las entradas
Prosa o poesía II
Hace unos meses comentaba en este
mismo blog (aquí) que en un jardín cercano a mi casa algún vecino se había hartado
de ver excrementos de perro sin recoger por sus dueños y se había dedicado a
clavar en cada uno de ellos un cartelito evidenciando el acto de incivismo.
Pues bien, me alegra comunicar que tras meses de insistencia ya no figura
ninguna banderita en el jardín. No sé si se apreciará bien, dado que la primera
foto es de mi antiguo móvil y la cámara era bastante deficitaria, en la segunda
se ve claramente la ausencia de cartelitos. Quiero creer que la persona aludida
ha aprendido a convivir y a hacerse cargo de su mascota y no que en realidad ha
cambiado de lugar de paseo. En cualquier caso aplaudo la tenacidad del autor de
los carteles y le agradezco la función social.
¿Es el método Vaughan sexista?
Si otra mujer hubiera tropezado en la Fnac como lo hice yo, con un libro para aprender inglés cuyo temario delimita el ámbito de actuación en la sociedad de las féminas de esta forma, si otra mujer, decía, se lo hubiera encontrado, seguramente lo tacharía de sexista, machista o discriminatorio. A mí, la verdad, me sorprendió ver cómo el Sr. Vaughan simplificaba nuestra vida y por ende nuestra necesidad de aprendizaje del Inglés. El libro consta de siete lecciones, a saber: “adictas a las compras”, “En la oficina”, “viajes”, “Fiestas” (incluye un apartado de sexo), “nutrición”, “belleza” y “super mami”.
¿Prosa o poesía?
En un jardín cercano a mi casa se puede observar desde lejos una suerte de banderitas blancas sobre un césped verde que cualquier imaginación podría identificar con un campo de golf para gnomos. Conforme uno se acerca la visión pierde encanto y poesía para evidenciar una acción de lo más prosaica. Algún vecino harto de malos olores y visiones no menos malas, se ha dedicado a fabricar banderitas, esto es: imprimir y pegar en palillos multitud de letreritos donde reza "guarro". Y se ha paseado por todo el jardín clavándolas sobre cada excremento de animal que encontraba. Sorprende la acción, pero no tanto como el abundante número de banderitas que habitan el jardín. Doy por supuesto que el adjetivo va dirigido al dueño, y no al animalito en cuestión que no tiene culpa ninguna de pertenecer a algún ser incívico y sucio, y espero que el esfuerzo de la poética acción dé el resultado esperado por la fuerza de la palabra.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)