Estoy hasta el higo de las redes sociales.




Estoy hasta el higo de las redes sociales.
Así tal cual.
Hasta el año pasado y con más de 40 de vida yo no existía en el ciberespacio. Para nada. Si hacías una búsqueda en Google no aparecía ni en la última página. Pero la presión social, el
bombardeo continuo de interrogantes ¿no tienes redes sociales? ¿No estás en Linkedin? ¿Ni siquiera en Facebook? Y la cara que acompañaba esas preguntas empezaron a hacerme sentir como un extraterrestre recién llegado, (porque si hubiera aterrizado un par de meses atrás seguro que ya tendría Instagram). Pero yo no. Nada. Y no sólo no estaba registrada en ninguna red sino que ignoraba la existencia y funcionamiento de más de la mitad.

Mis congéneres comenzaron a preocuparse: amigos, familia y hasta los compañeros de trabajo se ofrecían para acompañarme en el camino de iniciación a las profundidades del mundo “social”.
A esto debo añadir que hasta para pedir una pizza por internet te obligan a compartirlo en Facebook, votar en Tripadvisor y comentarlo en Twitter. Mi navegador Chrome se ha confabulado contra mí y no me deja hacer una búsqueda en Google sino me registro en Google+, no me deja comentar las noticias sino me abro un perfil de Blogger y se ha empeñado en que hable con gente que no conozco por Hangouts. Para más INRI mi móvil nuevo me ha obligado a abrirme una cuenta en Gmail si quiero descargarme el WhatsApp.

Y el otro día flipé cuando al abrir el ordenador me encuentro los resultados de las búsquedas que hice por el teléfono el día anterior. ¿Qué ocurre aquí? ¿Qué por la noche mi móvil y mi portátil se van de copas para hablar de mí y se lo cuentan todo? ¡Coño, que se envíen un mail!

Decidí rendirme a la evidencia y a la evolución y comencé a documentarme al respecto. Tras meses de “navegación”, lectura y comprensión, llegué a las siguientes conclusiones:

- Si no estás en Internet no existes. 
- Si no tienes redes sociales no tienes amigos. 
- Si no estás en Linkedin no encontrarás trabajo. Nunca. 
- Si no compartes, comentas, posteas y twitteas es que no tienes nada que decir. 

Me entró tal mal rollo en el cuerpo que hasta creí desaparecer delante del espejo. Así que me lancé, me abrí perfiles en todo lo que encontré, (hasta en el “Caprabo Club Social”, recibiré la tarjeta en breve) y una vez que pones foto de perfil, configuras hasta la talla de calzoncillos, pones todo lo que te piden y algo más, te empiezan a sugerir “amigos” por todas partes…, pero ¿quién coño son esos?, yo no los conozco, “Quizá conozcas” insiste el programa. ¡Que no, que no los conozco, que me dejes!, pero nada.

Multitud de caras y nombres y perfiles empiezan a perseguirte por todos los ángulos de la pantalla. Y yo haciéndome la dura, ignorándolos, pero al rato ves como seres que no sabían de tu existencia hasta ese momento comienzan a añadirte a sus círculos. "Es normal", me dice una compañera de trabajo, "la gente quiere tener muchos contactos, muchos amigos, muchos números en general"
¿Para qué?, le digo yo con cara de asco. Si no los conoces de nada. "Bueno…para que se vea que tienes muchos contactos y así querer ser contacto tuyo también y cada vez serás más popular".
La sonrisa con la que remató la explicación me dejó perpleja.

¡No es que no entienda el funcionamiento de las redes sociales, es que no entiendo el funcionamiento de la sociedad en general!
¿Para qué iba yo a querer tener mil contactos de los que no me importa un carajo su vida y no voy a explicarles la mía?
No me extraña que luego se oigan cosas del tipo: ¿cómo se ha enterado mi ex-suegra de que me han operado de juanetes? O…Oye que tengo un compañero de trabajo que me ha dicho que ha visto que tu hermano busca piso y él tiene uno en alquiler en Matalascañas. O… Entraron a robar en casa porque vieron en Facebook que estábamos en Marruecos de vacaciones. O…Me han robado el gato, mientras estaba en Marruecos de vacaciones, por el vídeo viral que subí a Youtube y que vieron millones de personas. 

Total, que escogí con cuidado los amigos, círculos y agregados y sobre todo las opciones de privacidad, crucé los dedos, cerré los ojos y me lancé al vacío.
Y el vacío me rebotó.
Resulta, que cuando yo quería contactar con los míos antes, enviaba whatsApps y listos, y cuando quería hablar con alguien cogía el teléfono: oye, mama, mira que te cuento…

Ahora tengo que logarme y entrar en todas y cada una de las redes, tragarme todo el timeline, mirar todas las fotos y vídeos de los gatos de la gente, leerme los links sobre fútbol y política que envían, poner me gusta en las fotos de los niños de mis amigas que veré el fin de semana, rechazar las invitaciones a los juegos y eliminar los anuncios, antes de poder ver que nadie ha explicado nada de verdad sobre su vida por si le llega a alguien que no quieren que se entere y, dos horas más tarde, tengo que pasar un Whatsapp para quedar el finde para hablar y que entonces me expliquen su vida de verdad, la de verdad, no el "postureo". Que esa es otra, ahora entiendo lo que significa "postureo", pero eso lo dejo que da para otro post. 


No, ¿verdad? nada real.

via GIPHY

Pero eso sí, todos tienen muchos amigos, círculos y contactos y les siguen muchas personas…aunque no sé a dónde porque luego quedamos siempre los mismos.

1 comentario:

  1. Chica...¡Lo has clavado! Es para volverse loc@. Asistí a una conferencia que hablaba de la reputación digital o lo que es lo mismo (y espero no equivocarme ) Klout y uno de los ponentes decía que si no estás en las redes sociales es porque tienes algo que ocultar y éso es muy sospechoso. ¡Ah! Y el remate final es, como muy bien dices, como no estés en Linkedin no encontrarás trabajo en tu vida y serás aun mas sospechos@. Así que... que las redes te acompañen princesa...

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